Voy a confesarlo públicamente: me gustan las películas de horror de presupuesto mínimo más en la teoría que en la práctica. Me encanta la idea de un grupo de fanáticos con mucha pasión y nada de dinero juntándose los fines de semana con cualquiera que trabaje por monedas y diciendo “¡Armemos un show! ¡Con decapitaciones!” Desafortunadamente termina resultando en paseos empapados de jarabe Kero y colorante rojo para torta que tienden a demostrar que la pasión no reemplaza al talento y que un poco de dinero es siempre la diferencia entre una película mala y una insoportable de ver. Por más de que yo quiera reivindicar al pobre tipo, la mayoría de sus películas apestan.
El revés de la ecuación y la razón por la que soporto hasta el final las películas de presupuesto extremadamente bajo es que muchos de los grandes directores de horror modernos empezaron con una Super 8 en su patio trasero echando a chorros sangre falsa sobre miembros del grupo de teatro de su localidad. Puede que no ocurra seguido, pero a veces las buenas películas vienen en envases económicos. El caso que lo prueba: “36 Pasos”. Esta importación argentina declara haberse realizado con US$ 5.000 pero está infinitamente mejor realizada, es más creativa y simplemente más entretenida que muchas otras películas con presupuestos mil veces más elevados.
El director Adrián García Bogliano parece entender como obtener el máximo efecto de cada uno de sus dólares. La regla número uno de filmar con presupuestos mínimos es que no hay efecto especial más barato y efectivo que la piel y, en un movimiento que enorgullecería a Russ Meyer, Bogliano ha hecho una película que muestra a seis chicas atractivas en bikinis que pasan la mayor parte de su tiempo riendo en la pileta. ¿De explotación? Bueno, si, y en el mejor de los sentidos.
Me enganché con esta película desde el comienzo. La escena inicial cliché realmente debería haberse quedado en el cuarto de edición (¿por qué tantas películas de terror deben empezar con un choque y un escape?) pero una vez que arranca la secuencia de títulos, es todo grandeza pura. Las chicas en bikini antes mencionadas están en una remota casa con pileta preparando una fiesta de cumpleaños para una de sus ex compañeras de clase. Superficialmente parecen divertirse pero está claro que algo extraño está ocurriendo, especialmente con una de las chicas que está estresada y amenazando con irse.
Ella se calma lo suficiente para unirse al resto en una explosiva rutina de danza coreográfica de un terrible sonido disco europeo solo para desesperarse nuevamente cuando el CD empieza a saltar, lo que atrae a un psicópata parecido a Jack Black que blande un hacha y luce una capa a lo Evel Knievel. Después de la mutilación a hachazos vemos un flashback que va de atrás para delante del secuestro de la chica, que comienza con ella siendo secuestrada y traída a la casa y finaliza con ella aceptando un premio en la primaria.
Es como una versión de tres minutes de “Irreversible” y está hermosamente filmada y editada. Apenas quince minutos de película y Bogliano me ha conquistado con una proeza, algo de horror y un punto de vista artístico. Muchas películas que logran presionar cualquiera de esos tres botones tienden a ser miserables, experiencias viscerales, pero el hecho es que él lo hace en una película que es divertida a raudales y muchas veces lo muy divertido es solo la cobertura de la torta.
Mucha de la diversión de la película viene de intentar deducir exactamente que es lo que está pasando y justo cuando algo está empezando a aclararse, se devela otro misterio. A través de flashbacks nos enteramos que las chicas fueron “invitadas” a la fiesta por medio de violentos secuestros y una serie de reglas les han sido inculcadas siendo la más importante “siempre diviértanse”. Les recuerdan que “las paredes tienen oídos” y que si rompen las reglas discutiendo abiertamente la situación inusual en la que se encuentran o intentando caminar los 36 pasos que las separan de un auto cercano para escapar, solo se verían enfrentadas a un terrible castigo físico o incluso la muerte en manos del hombre del hacha.
“36 Pasos” gotea estilo desde el aspecto visual, pasando por la edición y hasta la música. Es un gran logro para un director realizar una película con semejante elegancia visual. Hacerlo con un presupuesto minúsculo con cámaras de video es nada menos que asombroso. Bogliano se las arregla para impregnar su video digital con el look de una película europea de baja calidad en 16 mm de los 70s, y el film tiene un estilo visual que recuerda a los maestros italianos como Bava y Argento. Se las arregla para ser de ritmo veloz, ostentosa y excitante sin nunca volverse un video musical de larga duración. La música y el diseño sonoro son también del más alto nivel, desde el sonido abstracto que anuncia la presencia del hombre del hacha hasta el funk que puntúa otros momentos. Tal vez lo más sorprendente para un film de tan modesto presupuesto es la escena clave que remite a “King of Carrot Flowers Part 2” del Neutral Milk Hotel.
El tercer acto de la película vira hacia el territorio de “Battle Royale” antes de terminar en un lugar bastante convencional para una película de horror, pero en la travesía hay tanta diversión que no hay nada de que quejarse. Es increíble que una película argentina hecha directamente para DVD con US$ 5.000 sea una de las mejores películas de horror que he visto este año, pero Bogliano se las arregla para comprimir una película de una tonelada en un presupuesto minúsculo. Cualquiera que esté interesado en un film de horror con un enfermo sentido del humor, cantidades de estilo y el deseo de experimentar encontrará en “36 Pasos” un clásico moderno.
John Shelton
http://www.bloodygoodhorro
No hay comentarios.:
Publicar un comentario